martes, 2 de diciembre de 2014

Comedores y cocinas



Ayer conocí uno de esos lugares increíbles de Perú. Un lugar necesario, complejo, de trabajo y de servicio: el Comedor Popular Santa Teresita del Niño Jesús. Pegado a la parroquia, pegado al taller de costura y pegado a la gente.

Podríamos decir que es uno mas de los 3400 comedores populares que existen hoy en Lima y de los cuales se benefician medio millón de personas cada día. Pero si nos quedáramos sólo con ese dato nos perderíamos un montón de detalles.

Es un espacio que surge en los años 90, fruto de la necesidad. Que incentivó a las mujeres a salir de sus casas y participar en lo público. Ofreciendo un generoso servicio a la comunidad.
Es un espacio colectivo donde madres y mujeres trabajan todos los días para dar de comer a sus hijos, apoyándose las unas en las otras.
Es un espacio donde se aprende, donde se resuelven conflictos y donde se practica la democracia.
Es un espacio en una pequeña parte subvencionado y en otra grande autogestionado. Con un presupuesto mínimo. Afortunadamente apoyado por diferentes organizaciones.
Es un espacio creativo donde se respira ingenio y se hacen malabares. Donde se aprovechan los recursos al máximo para conseguir todos los días un menú equilibrado y rico.
Es un espacio que funciona desde las 9 de la mañana, cuando se comienza a preparar la comida, hasta las 3 de la tarde, cuando se terminan de limpiar las mesas y guardar las ollas.

Es un espacio del que hoy podemos aprender muchísimo.

Corté lechugas y serví las lentejas. Siempre bajo la supervisión de Elsia, quien ayer era la responsable de cocina. No os la podéis imaginar. Que señora!! Parecía muy mayor, pero sólo parecía. Era una mujer vital que se manejaba rápidamente en la cocina; controlando y dirigiéndonos para que todo funcionara y estuviera a tiempo. Y además, pendiente en todo momento de que la comida estuviera rica.  
Las manos de Victoria y Cata ayudaban a mantener el ritmo de trabajo, también fueron importantes la de algunos vecinos que iban lavando platos y ollas.

Cuando ya estaba todo recogido Elsia se sentó y la vitalidad dejo paso al cansancio. Aún así no dejo de sonreír.




4 comentarios:

  1. Muchas veces hablamos, querido amigo, de que una de las vias de crecimiento y desarrollo del Sur es establecer redes de cooperación en aquellos países. ¡Qué magnífico ejemplo has puesto hoy de eso!
    Crear redes de solidaridad es juntarse para hacer "con" y "por" los otros. Esos comedores populares sirven para mucho más que solucionar un problema de nutrición, que ya sería bastante. Sirven para conectar personas, como muy bien dices, para participar en lo público, para pasar de lo individual a lo colectivo.
    Otra vez algo que aprender desde el Sur para el Norte. Aquí no hay esas perentorias necesidades de nutrición, pero si de de colectividad, si de resolución de conflictos, si de democracia popular. ¿Será necesario tener necesidades físicas para solucionar las otras?

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  2. Como buen "conocedor de espacios" nos has hecho una interesante reflexión sobre los comedores. Muy interesante. GRACIAS.
    Ciertamente un espacio sencillo donde aprender de la generosidad, del compartir, de la sencillez, de la humildad, del darse, del aprovechar al máximo los recursos... Gracias, Raúl.

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  3. Ah, una cosa... A nosotros también nos encanta leerte!!!
    Gracias.

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  4. Buenas Jose Luís, buenas Nieves. Que bueno leeros!

    Lugares como el comedor popular de Santa Teresita del niño Jesús deberían de ser referencia para nosotros. Ejemplo de trabajo en equipo, de solidaridad, de sostenibilidad, de eficiencia... Palabras que en los últimos años han aparecido con fervor en cualquier área de conocimiento.

    Esta comprobado que respondemos cuando salimos de nuestro espacio de confort, cuando perdemos algo que dábamos por hecho y no nos cuestionábamos perderlo. Es en ese momento en el que empezamos a trabajar en equipo (uno solo pocas cosas puede conseguir), hablamos, y empezamos a compartir para generar algo juntos.

    Buenos ejemplos tenemos también en España en estos últimos tiempos, cuando se han empezado a ver desprotegidos algunos sectores de la sociedad, y colectivos, vecinos y amigos han comenzado un trabajo arduo para defenderlos y restablecerlos.

    La pena es que nos sintamos sólo afectados cuando nos falten a nosotros, a los que viven al lado nuestro. Vivimos en un mundo globalizado, donde casi todas nuestras acciones tienen consecuencias en otros lugares. Por lo tanto del mismo modo, deberíamos defender y proteger las vulnerabilidades de los que también se encuentran lejos, y así generar e intensificar las redes de cooperación internacional.

    Ahí tenemos a KARIT para hacer de puente con el Sur. Para que no se nos olvide. Para hacernos Pochistas, y pasar a la acción.

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