El lunes, antes
de salir hacia Mauvisse, estuvimos charlando la hermana Madalena y yo y me contó
como eran las cosas por aquí hace algunos, aunque no muchos, años. Me contó
cómo deportaron primero a su padre, un hombre alto y vigoroso, para a los pocos
meses deportarla a ella y a su madre al mismo destino y de cómo al llegar a esa
isla, vio a alguien a quien no reconoció pero que tenía la misma voz que su
padre que, ahora, era emitida por un esqueleto con piel. Me contó cómo su madre
le enseñó a compartir y cómo le enseñó una de las lecciones más importantes:
que Dios proveerá
Me contó como,
posteriormente, en otra revuelta, solo quedaron las monjas carmelitas aisladas
y dispersas unas en Dili, otras por las montañas de Bobonaro y de cómo el
obispo les solicitó ayuda ya que no tenía a nadie más a quien pudiera recurrir.
Me contó muchas otras calamidades como la matanza que sucedió Liquiça, (todavía
hay imágenes en internet relativas a este sangriento suceso) y de cómo las
hermanas tuvieron que ir allí a limpiar la sangre y retirar los cadáveres
De cómo todos
estos horrores son posibles cree la hermana que se debe al egoísmo humano y a
que el hombre busca y persigue la
satisfacción de lo material no la felicidad.
Pienso que tiene toda la razón
Gracias Rafa por tu testimonio, por recoger los de la hermana.
ResponderEliminarMe atrevo a resaltar la permanente presencia de las hermanas, de los que siguen al Señor. Esa palabra que ha pasado de moda en el mundo, la perseverancia, el permanecer, es clave para conseguir el éxito, para poder conseguir que las cosas cambien, para que la propuesta permanezca.
Nuestra tarea en Karit recibe con este testimonio un empujón a seguir proponiendo, presentando y realizando proyectos de ayuda al desarrollo. También, y mucho más ahora, que las cosas no son fáciles, que no hay recursos públicos, que no hay medios, que la pobreza llama a nuestras puertas más cercanas. En Karit debemos seguir insistiendo en nuestra propuesta de 'otro mundo posible'.
Gracias
En esa continuidad y perseverancia que gracias a las hermanas es posible es donde mayor fuerza tiene Karit.
EliminarDices bien, Rafa. A veces los que estamos aquí, a este lado 'soleado' y caliente del mundo, donde no nos falta de nada (de lo que creemos importante y a veces no lo es) nos creemos que Karit somos nosotros. Estamos equivocados. Karit somos todos, fundamentalmente los últimos, los que no tienen lo necesario para vivir con dignidad y aquellos que se entregan cada día, se dan, para que eso cambie, para defender la dignidad y los derechos con aquellos que los han perdido, a los que se los han quitado.
Eliminar"Karit somos todos, fundamentalmente los últimos"
EliminarNo tengo mucho más que añadir. Gracias Rafa por tus reflexiones y vivencias. Gracias por suscitar frases como esta de Lo que siento. Gracias a Lo que siento porque a veces se nos olvida en el ajetreo de primer mundo que llevamos, que el sentido y el protagonismo de lo que hacemos en Karit son antes que nada y sobre todo, los últimos, las personas empobrecidas.